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Lassie

Un homenaje a Chappy

Cuando mi mamá me llevaba a su kiosco de diarios y revistas siendo bebe una colli se acerco a mi cochecito y no se movió de ahí en todo el día, cuidaba que nadie se acercara, salvo mi mamá, todos pensaban que era nuestra desde siempre, luego la siguió a nuestra casa y podríamos decir que nos adopto y a mi como su pequeña mascota, cuando intentaba moverme ella me acompañaba y se ponía debajo para no lastimarme, cuando comencé la escuela nos llevaba y traía no permitía que corriéramos en la calle ni nos peleábamos si lo hacíamos nos agarraba de la ropa y nos ponía de cola en el suelo, las madres que iban a buscar a sus hijos estaban asombradas y contentas con su conducta, era a la única perra que permitían la entrada en la escuela … así conocí el amor canino cuando se fue la extrañe muchísimo, y si bien siempre tuve perros no me olvidaba de mi primera perrita Lassi…

Con los años tuve otro colli al cual le puse el nombre de Chappy, con el recorrí Uruguay, era bastante difícil no vernos juntos caminando por las calles de Montevideo, recorríamos las ferias como paseo, el centro cuando buscaba algo que necesitaba comprar, e íbamos de paseo a la rambla y los parques, todo el tiempo caminando y relacionándonos con los demás, podíamos estar horas fuera de casa en estas recorridas, pero siempre alguien lo podía identificar, como cuando se acerco solo a un joven con dificultad de motricidad (al cual no conocíamos) y con delicadeza le dio su pelota y se sentó a esperar que el joven reaccionara y se la tirara, así estuvo un rato, el cambio que se produjo en el joven fue asombroso, luego de ese día nos encontrábamos con Diego y su familia por lo menos una vez a la semana, Chappy tenia ese don de reacción si con uno grande jugaba a lo bruto, al instante cambiaba si aparecía un pequeño, con el hocico le acercaba un juguete y esperaba su reacción, una vez nos encontramos con una señora muy mayor (a la cual la acompañaba una enfermera) ella caminaba solo una cuadra y se sentaba un rato antes de volver a su casa siempre estaba como retraída hacia si misma, me conto la enfermera que no hablaba solo estaba esperando algo… Chappy mi cielito se sentó pegadito a ella y puso su cabeza en su falda apenas empujando su mano, la reacción de la señora fue leve pero le acaricio la cabeza al perro, con el correr de los días esta práctica era constante y la actitud de la señora cambio estaba mas erguida, sonreía y ya lo acariciaba con más energía le traiga trocitos de carne como regalo,….

Así era mi perrito, lo disfrute y compartí por 11 años, no le enseñe trucos y en lo único que hice hincapié es en que no peleara ni cursará la calle solo, pero él me regalo los días más asombrosos que tuve, por él conocí a gente especial y maravillosa, recorrí sin cansarme mi ciudad… ojala muchos tengan esta experiencia, nos acerca tanto a la felicidad y solo nos piden un poco de atención y cariño… como comprenderán tengo muchísimas más historias con él, en algún momento las pondré, solo los que viven con los animales compartiendo el día a día entienden estas cosas porque están abiertos a entender sus acciones, aquellos que los tienen por motivos de decoración y los apartan a un rincón no ven el potencial que desde el más pequeño al más grande tiene para dar.

Mi dicho es “cuanto más conozco a la gente más quiero a los animales…” y la verdad que ellos nos enseñan muchísimas cosas si estamos dispuestos a aprender…

esta serie me recuerda lo maravilloso que son.